En la narración sencilla
del Génesis, he leido
que a Adan, estando dormido,
Dios le sacó una costilla.
Refiere la tradición,
y el tello calla exprofeso,
que al quitarle Dios el hueso
se le arrancó el corazón;
y con él, aún palpitante,
hizo a la mujer primera,
timida, pura, hechicera,
de amor y de fe radiante.
Y por eso, con franqueza,
algún escritor ladino
llama al sexo femenino
"un corazón sin cabeza".
Y el filósofo Platón,
allá en sus lucubraciones,
define así a los varones:
"cabezas sin corazón".
Y por eso en un momento
resuelve el hombre sentir,
sin que lo llegue advertir,
siente con el pensamiento.
Y si, en muy rara ocasión,
la mujer quiere pensar,
sin llegarlo a sospechar,
piensa con el corazón.
Ricardo Carrasquilla
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